miércoles, 11 de febrero de 2009

Breviario


“Poesía, meditación, contemplación, la mirada ajena mira el espejo
y se encuentra, y deja de ser ajena, se integra. El espejo se mira a sí mismo”.

(Javier Roz, sobre ars subtilior, 27 de febrero de 2001)


Con estas palabras concluía Javier Roz unas reflexiones acerca de la primera de sus exposiciones individuales –ars subtilior-, que venían a describir perfectamente su lenguaje plástico, mantenido hasta ahora, donde la poesía, la meditación, la exquisitez y por encima de todas estas premisas, la sutileza, se convertían en cualidades originales y definitorias de su plástica. La contemplación directa del espectador ante su obra conlleva a realizar un ejercicio de reflexión e interpretación de ese lenguaje intelectual desde el que Javier nos ofrece unas bellas y armoniosas composiciones sobre papel.

Javier Roz comenzó trabajando desde el lenguaje abstracto, donde la ausencia descriptiva quedaba bien patente en sus composiciones sobre papel entre los años 1999-2001. En estos años ha ido evolucionando, moviéndose desde unos parámetros propios y definitorios de su lenguaje, en donde la inclusión de elementos descriptivos y figurativos aparecen ahora de forma mucho más patente en su última producción de 2002-2003; pero siempre con el juego de la sutilidad, de la meditación, en un lenguaje formal de signos y grafías propias que parten de una intelectualización de la obra, en las que el espacio real surge como el verdadero protagonista.

De sus siete exposiciones individuales hasta la fecha, podemos observar cómo Javier partió del trabajo en papel, del empleo de la tinta china, del aguafuerte, de las posibilidades que le ofrecía el humo aplicado al papel, siempre en tamaños reducidos, donde las manchas a veces agrupadas, otras en dispersión sobre la composición en general, provocaban un ritmo continuo y sugerente para el contemplador de la obra. Podemos recordar ahora su serie sobre “Las ciudades invisibles”, o la “música callada XXV”, o la poesía contenida en su muestra “Summa” de febrero de 2002, que junto a las ilustraciones para la revista Salamandria se convirtieron en el ecuador de su producción.
La sencillez, la sutilidad en el empleo de grafías, de signos propios y característicos de su primera obra han ido dejando paso a un abarrocamiento en las formas, en el decir plástico de Javier Roz; pero no un abarrocamiento sin estructuración, sino más bien con un trasfondo narrativo importante, donde los temas universales como el paso del tiempo, la memoria histórica, o la trascendentalidad del ser humano se hacen hueco importante en su última producción. De entre estos ejemplos podemos citar algunas de las obras presentes en el catálogo como “Glosa I”, “Mudo”, o la excelente “Poso” donde el tema del autorretrato es tratado por Javier Roz de forma novedosa, donde el desdoblamiento consciente del artista como un ser ¿anónimo?, nos llama desde su posición privilegiada para captar nuestra atención. El uso de nuevas técnicas como la impresión digital, o el empleo de la serigrafía, la fotografía digital o el fotograbado, son los materiales que ahora han pasado a dejar huella en sus últimas obras.

Esta exposición que ahora nos presenta en la Sala de Ámbito Cultural, tiene un carácter retrospectivo de su obra, de revisión, de mirada al trabajo realizado desde sus inicios en 1998 hasta la fecha. Debo agradecer su invitación a escribir unas sintéticas líneas en este catálogo, por confiar en mí, y en este difícil trabajo de crítica objetiva que ha de caracterizar a un buen historiador del arte; no sé si lo he conseguido, pero sin hacer demasiado honor a este objetividad, no puedo menos de felicitar a Javier por su valentía, por caminar “despacito, bien e inteligentemente” por este difícil e imprevisible camino del arte, lo trabajado y demostrado hasta ahora confirma su valía. Gracias por ofrecernos un trabajo impecable, sutil, armonioso, lleno de belleza y crítica.

Lourdes Jiménez Fernández
Licenciada en Historia del Arte.

(Málaga, 3 de diciembre de 2003)


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